Esto no es la crónica de un partido, ni el análisis de ningún juego, ni siquiera, aunque pueda parecértelo según vayas leyendo, el resumen de la semana. Es simplemente mi humilde apreciación de un sentimiento, el sentimiento madridista, durante SIETE días.
Todo empezaba hace exactamente una semana, cuando por parte de la prensa futbolística (JA…) de este país, se inició, una vez más, una campaña de desprestigio hacia nuestro entrenador, justo después del partidazo que jugamos contra el Bilbao en liga. No se quiso hablar del buen juego de nuestros chicos, ni del buen planteamiento de José, pero si se quiso hablar de cosas banales, estúpidas, y lo que es peor, de invención hiriente. Era el comienzo de días muy importantes para el madridismo, había que remontar la situación desfavorable que teníamos en la Copa del Rey, y los resentidos de turno, ponían toda la carne en el asador para poner contra las cuerdas a Mourinho (infelices…), hundir mentalmente a nuestros jugadores, y a los madridistas, entregarnos hachas psicológicas para que nos las lanzáramos unos a otros. Y puede que lo consiguieran durante unos instantes, pero parece que no aprenden, no saben contra quienes se la juegan. Un Mister que no nació madridista, pero que si lo hizo con un hambre de victoria y venganza, barnizados con un saber hacer y un sentido común, que al resto de personas se nos escapa. Y que como en su día al gran Juanito, toda la estupidez mediática que les rodea, les hace crecer en rabia y poner lo mejor de ellos para defender al Real Madrid. Unos jugadores que lejos de hundirse, lograron hacer oídos sordos a todo, centrarse en su trabajo, y luchar por ese escudo que llevan en el pecho. Y con una afición, la madridista, que vivió graves momentos de desconcierto y descontrol, pero que lo que quiere es ver a un equipo campeón sobre el campo, defendiéndolo, cada cual a su manera, pero defendiéndolo… (A los que no confían, esos del pito suelto, no los incluyo en mi definición de madridista, NO, me niego). Sigamos… y como camino al siete, presento las tres pautas de mi título.
LA NOBLEZA
Era miércoles, había llegado el gran día, el momento de la verdad. El equipo se adentraba en campo enemigo, y con una situación que muchos, donde para nada me incluyo, calificaban de insalvable. Teníamos por delante 90 minutos “de combate bravío” para alcanzar la gloria y devolver el equilibrio al planeta poniendo en su lugar natural a cada cuál. La hora de pisar el césped custodiado por aspersores hostiles ya no se hacía esperar. Nuestro once saltaba al campo, cada uno con su ritual basado en esas supersticiones que todo deportista atesora, pero todos con la cabeza alta, el paso firme, y el corazón dispuesto a bombear madridismo desde el corazón, a cada rincón de su cuerpo. Algo más de 90 minutos que empezaron con un pitido, y que terminaron con Teixeira, pitorreándose de una institución como es el REAL MADRID. Fue un partidazo, una oda al futbol, un placer para los sentidos… En el campo el dominio fue totalmente blanco, desde el principio hasta el final. Era una maravilla ver a nuestro equipo. En los que ya confiábamos, creció esa confianza, en los que dudaban, nació, y allá en sus casas, los antes citados, guardaban sus ganas de pitar y su vergüenza tras el cojín de su sofá. El partido no empezó como debía, o quizás si, porque últimamente lo que nos gusta es que nos hagan daño primero, para después atacar con más furia, como leones heridos y hambrientos que luchan por lo que es suyo. Los de la farsa futbolística marcaban, y lo hacían por partida doble. Dos goles teníamos en contra, había que morir matando, solo 3 tantos nos separaban de las semifinales, y qué es eso para el Real Madrid… Los culerianos ya se frotaban las manos, pero nuestros chicos lo dieron todo, pusieron su alma en el juego, su rabia la transformaron en rapidez, conexión y vista de halcón, y con todo eso, apareció la puntería, dos golazos blancos con la firma de Karim y Cristiano subieron a nuestro marcador, no lo hizo así el de Sergio Ramos, que por justicia futbolística reglamento en mano, debería de haber subido. Quedaba tiempo para lograrlo, y podíamos… las caras enemigas así nos lo dejaron ver. Tenían miedo, tanto los jugadores como los aficionados. Pero varios incidentes sobre el campo nos privaron de lo que hubiera sido justo, penaltis, faltas, amarillas, rojas, un final ilógico... Ganamos el partido, pero no nos dejaron ganarlo. Me abstengo de comentar todas las suciedades arbitrales que tuvieron lugar durante, y las “baballadas” del rival después. Todo esto se resume con la frase que nuestro capitán le dedicó al responsable de todo: “Ahora vete con ellos de fiesta, tanta polla tanta mierda” (Oh capitán, mi capitán). Quedémonos los madridistas con lo bueno, fuimos superiores, SOBERANAMENTE superiores… y las aguas ya están volviendo a su cauce. Nosotros lo sabemos, y ellos lo saben… Como bien dice nuestro himno, ese que todo hablante del castellano entiende sin necesidad de traducción, somos una gloria deportiva, somos castizos, somos todo nervio y corazón. Y la nobleza Real, nuestro orgullo.
LAS BALDOSAS AMARILLAS
Llegó el sábado, turno de la liga, competición que lideramos, y en la que antes del partido contra el Zaragoza, estábamos 5 puntos por encima del injusto semifinalista de Copa del Rey. La grada del Bernabéu recibía al equipo con agradecimiento, y fiel reflejo de ello fue la ovación a Mourinho cuando su nombre sonó en los altavoces del estadio. Comenzó el encuentro y los once guerreros elegidos se disponían a alcanzar la victoria por encima de todo, pero oooootra vez, el rival se nos adelanta en el marcador, y no era más que el minuto 10. Soy sincera, yo en mi asiento ni me inmuté, estoy acostumbrada a confiar en la remontada, ya la tengo como el pan de cada día, solo espero que ese pan nunca venga con gusanos y nos amargue la jornada. Mismo discurso que en partidos anteriores, supimos reponernos a esta adversidad con autoridad y goles. Antes de que terminara la primera parte, Carvalho le entrega el balón a Kaká, y este, sin temblar ni un ápice, lo envía con todas sus fuerzas, pasa por debajo del portero que no logra detenerlo, y termina en la red contraria que se infla por el contacto del cuero. Golazo de uno de los jugadores del encuentro. Personalmente me alegro muchísimo del estado en el que se encuentra, nunca deseé su salida del Club, al igual que el reza en cada declaración que hace ante los medios, yo también quiero que triunfe en el Madrid.
Ya en la segunda mitad, el dominio estaba claramente en nuestro poder, y la vuelta al marcador se tornaba inminente. El autor del segundo gol fue Cristiano, que hizo un partidazo. Y como a Mou al empezar el partido, la grada también le demostró su beneplácito coreando su nombre, (menos mal). El pase en este gol fue de Mesut, el hombre del partido bajo mi punto de vista. El Mago de Öz se pasó el partido deslizándose entre las baldosas amarillas en las que se convirtieron los jugadores del Zaragoza para él, tomó prestado el cerebro del espantapájaros, el corazón del hombre de hojalata, y el coraje del León, para demostrar que había vuelto a su mejor juego, y culminar su recital personal con lo mas mágico del futbol, el gol, el tercero para el Madrid. Con este tanto se cerraba el marcador, pues durante los últimos minutos no se consiguió culminar ninguna jugada más. Fin del partido, y los puntos de diferencia con el Barsa pasaban a ser 8 durante unos minutos.
No quiero cerrar esto sin destacar a Granero. Uno de esos jugadores que está aprovechando al 100% los minutos que le están llegando por diferentes motivos. Un trabajo impecable, admirable, y totalmente destacable. Gracias por tu trabajo dentro del campo, y por tus lecciones de madridismo fuera de él.
LA MUERTE DE MOLIÈRE
Y como final del camino, la llegada “al siete”. No me gusta hablar demasiado del Barcelona, ni veo sus partidos. Soy incapaz de no coger el mando y cambiar de canal cada vez que uno de esos seres que tanto detesto aparecen en pantalla, siento repulsión. Pero hay excepciones que confirman reglas, y la del sábado, fue la mía. Tal era la esperanza que veía en el Time Line de mi Twitter depositada en “el submarino amarillo”, que tuve que ver los últimos 10 minutos que estos jugaban contra el Barsa. El encuentro iba empatado a ceros, que fue como terminó, y durante el tiempo que estuve frente al televisor, confieso que mantuve viva la esperanza del gol del Villarreal, realmente estaban jugando para ello.
Hay una superstición entre los actores con el amarillo, ya que Molière murió vestido de este color representando una obra de teatro. Y si hablamos de jugadores del Barsa, hablamos de teatreros. Por lo que pudimos comprobar, que a veces, las supersticiones pueden llegar a cumplirse, aunque solo sea por casualidad. Los jugadores del Villarreal supieron imponer su amarillo, y Molière falleció vestido de azulgrana, en una obra, en la que ni "el otro" Teixeira, el apuntador, logró imponer su guión.
Se cierra con esto una semana, con sus SIETE días, muy intensa para el madridismo. Salimos reforzados de una derrota injusta en Copa del Rey, que aunque triste, no podemos sino sentir orgullo de lo que se ha peleado por estar en semifinales. Y hemos dado un golpe en la mesa en lo que a la Liga se refiere. Ganamos nuestro encuentro, y el segundo clasificado empata el suyo, por lo que nos encontramos a SIETE por encima en esta competición que estoy segura de que no se nos va a escapar. Nuestra diosa puede estar tranquila, tendrá su esperado beso en los labios, Iker, nuestro capitán, se encargará de ello. HALA MADRID!

LA NOBLEZA
Era miércoles, había llegado el gran día, el momento de la verdad. El equipo se adentraba en campo enemigo, y con una situación que muchos, donde para nada me incluyo, calificaban de insalvable. Teníamos por delante 90 minutos “de combate bravío” para alcanzar la gloria y devolver el equilibrio al planeta poniendo en su lugar natural a cada cuál. La hora de pisar el césped custodiado por aspersores hostiles ya no se hacía esperar. Nuestro once saltaba al campo, cada uno con su ritual basado en esas supersticiones que todo deportista atesora, pero todos con la cabeza alta, el paso firme, y el corazón dispuesto a bombear madridismo desde el corazón, a cada rincón de su cuerpo. Algo más de 90 minutos que empezaron con un pitido, y que terminaron con Teixeira, pitorreándose de una institución como es el REAL MADRID. Fue un partidazo, una oda al futbol, un placer para los sentidos… En el campo el dominio fue totalmente blanco, desde el principio hasta el final. Era una maravilla ver a nuestro equipo. En los que ya confiábamos, creció esa confianza, en los que dudaban, nació, y allá en sus casas, los antes citados, guardaban sus ganas de pitar y su vergüenza tras el cojín de su sofá. El partido no empezó como debía, o quizás si, porque últimamente lo que nos gusta es que nos hagan daño primero, para después atacar con más furia, como leones heridos y hambrientos que luchan por lo que es suyo. Los de la farsa futbolística marcaban, y lo hacían por partida doble. Dos goles teníamos en contra, había que morir matando, solo 3 tantos nos separaban de las semifinales, y qué es eso para el Real Madrid… Los culerianos ya se frotaban las manos, pero nuestros chicos lo dieron todo, pusieron su alma en el juego, su rabia la transformaron en rapidez, conexión y vista de halcón, y con todo eso, apareció la puntería, dos golazos blancos con la firma de Karim y Cristiano subieron a nuestro marcador, no lo hizo así el de Sergio Ramos, que por justicia futbolística reglamento en mano, debería de haber subido. Quedaba tiempo para lograrlo, y podíamos… las caras enemigas así nos lo dejaron ver. Tenían miedo, tanto los jugadores como los aficionados. Pero varios incidentes sobre el campo nos privaron de lo que hubiera sido justo, penaltis, faltas, amarillas, rojas, un final ilógico... Ganamos el partido, pero no nos dejaron ganarlo. Me abstengo de comentar todas las suciedades arbitrales que tuvieron lugar durante, y las “baballadas” del rival después. Todo esto se resume con la frase que nuestro capitán le dedicó al responsable de todo: “Ahora vete con ellos de fiesta, tanta polla tanta mierda” (Oh capitán, mi capitán). Quedémonos los madridistas con lo bueno, fuimos superiores, SOBERANAMENTE superiores… y las aguas ya están volviendo a su cauce. Nosotros lo sabemos, y ellos lo saben… Como bien dice nuestro himno, ese que todo hablante del castellano entiende sin necesidad de traducción, somos una gloria deportiva, somos castizos, somos todo nervio y corazón. Y la nobleza Real, nuestro orgullo.
LAS BALDOSAS AMARILLAS
Llegó el sábado, turno de la liga, competición que lideramos, y en la que antes del partido contra el Zaragoza, estábamos 5 puntos por encima del injusto semifinalista de Copa del Rey. La grada del Bernabéu recibía al equipo con agradecimiento, y fiel reflejo de ello fue la ovación a Mourinho cuando su nombre sonó en los altavoces del estadio. Comenzó el encuentro y los once guerreros elegidos se disponían a alcanzar la victoria por encima de todo, pero oooootra vez, el rival se nos adelanta en el marcador, y no era más que el minuto 10. Soy sincera, yo en mi asiento ni me inmuté, estoy acostumbrada a confiar en la remontada, ya la tengo como el pan de cada día, solo espero que ese pan nunca venga con gusanos y nos amargue la jornada. Mismo discurso que en partidos anteriores, supimos reponernos a esta adversidad con autoridad y goles. Antes de que terminara la primera parte, Carvalho le entrega el balón a Kaká, y este, sin temblar ni un ápice, lo envía con todas sus fuerzas, pasa por debajo del portero que no logra detenerlo, y termina en la red contraria que se infla por el contacto del cuero. Golazo de uno de los jugadores del encuentro. Personalmente me alegro muchísimo del estado en el que se encuentra, nunca deseé su salida del Club, al igual que el reza en cada declaración que hace ante los medios, yo también quiero que triunfe en el Madrid.
Ya en la segunda mitad, el dominio estaba claramente en nuestro poder, y la vuelta al marcador se tornaba inminente. El autor del segundo gol fue Cristiano, que hizo un partidazo. Y como a Mou al empezar el partido, la grada también le demostró su beneplácito coreando su nombre, (menos mal). El pase en este gol fue de Mesut, el hombre del partido bajo mi punto de vista. El Mago de Öz se pasó el partido deslizándose entre las baldosas amarillas en las que se convirtieron los jugadores del Zaragoza para él, tomó prestado el cerebro del espantapájaros, el corazón del hombre de hojalata, y el coraje del León, para demostrar que había vuelto a su mejor juego, y culminar su recital personal con lo mas mágico del futbol, el gol, el tercero para el Madrid. Con este tanto se cerraba el marcador, pues durante los últimos minutos no se consiguió culminar ninguna jugada más. Fin del partido, y los puntos de diferencia con el Barsa pasaban a ser 8 durante unos minutos.
No quiero cerrar esto sin destacar a Granero. Uno de esos jugadores que está aprovechando al 100% los minutos que le están llegando por diferentes motivos. Un trabajo impecable, admirable, y totalmente destacable. Gracias por tu trabajo dentro del campo, y por tus lecciones de madridismo fuera de él.
LA MUERTE DE MOLIÈRE
Y como final del camino, la llegada “al siete”. No me gusta hablar demasiado del Barcelona, ni veo sus partidos. Soy incapaz de no coger el mando y cambiar de canal cada vez que uno de esos seres que tanto detesto aparecen en pantalla, siento repulsión. Pero hay excepciones que confirman reglas, y la del sábado, fue la mía. Tal era la esperanza que veía en el Time Line de mi Twitter depositada en “el submarino amarillo”, que tuve que ver los últimos 10 minutos que estos jugaban contra el Barsa. El encuentro iba empatado a ceros, que fue como terminó, y durante el tiempo que estuve frente al televisor, confieso que mantuve viva la esperanza del gol del Villarreal, realmente estaban jugando para ello.
Hay una superstición entre los actores con el amarillo, ya que Molière murió vestido de este color representando una obra de teatro. Y si hablamos de jugadores del Barsa, hablamos de teatreros. Por lo que pudimos comprobar, que a veces, las supersticiones pueden llegar a cumplirse, aunque solo sea por casualidad. Los jugadores del Villarreal supieron imponer su amarillo, y Molière falleció vestido de azulgrana, en una obra, en la que ni "el otro" Teixeira, el apuntador, logró imponer su guión.
Se cierra con esto una semana, con sus SIETE días, muy intensa para el madridismo. Salimos reforzados de una derrota injusta en Copa del Rey, que aunque triste, no podemos sino sentir orgullo de lo que se ha peleado por estar en semifinales. Y hemos dado un golpe en la mesa en lo que a la Liga se refiere. Ganamos nuestro encuentro, y el segundo clasificado empata el suyo, por lo que nos encontramos a SIETE por encima en esta competición que estoy segura de que no se nos va a escapar. Nuestra diosa puede estar tranquila, tendrá su esperado beso en los labios, Iker, nuestro capitán, se encargará de ello. HALA MADRID!